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Digital Flecker, marcador para smartphone.
Como evitar errores de de marcación por culpa de unos dedos demasiados gruesos o de unos teclados pequeños?. La arquitecta barcelonesa Sara Udina ha presentado esta semana pasada en el MWC su invento,
The Digital Flecker, que también presentó el pasado mes de noviembre en Bruselas dentro del marco de la feria Innova y que le valió el premio como mejor invento presentado por una mujer inventora y una medalla de oro con mención otorgada por los organizadores de la feria.
“Cuando me compré mi primer smartphone me di cuenta que me equivocaba a menudo y que me costaba teclear. Me frustraba y pensé que si me pasaba a mí, mujer joven y con los dedos delgados, como no le tenía que pasar a alguien más grande o con los dedos más gruesos. Fue cuando me di cuenta que tenía que desarrollar algo”, dice Udina. “Pensé que me iría bien tener una pequeña verruga en el dedo, miré qué dispositivos habían en el mercado y solo encontré el lápiz o punteros, y pensé en desarrollar la peca digital”, explica.

Udina ha desarrollado su proyecto, formado por un puntero (una peca formada por un pequeña media circunferencia) de silicona capacitiva que permite la conducción de la electricidad y la interactuación con las pantallas táctiles de cualquier dispositivo, y que se ajusta al dedo a partir de una especie de apósito hecho con material médico hipoalergénico, removible y ergonómico que se adhiere al dedo, una banda adhesiva que se puede enganchar y desenganchar.

La idea es comercializarlo a partir de cajas con decenas de unidades, como pasa con los blísters de medicamentos, porque el coste de fabricación es bastante económico (inferior a los 0,10 euros por unidad). También se puede optar para mantener el puntero, la pequeña peca, y cambiar sólo la banda adhesiva con los usos diferentes.

The Digital Flecker o "Verruga Digital"
Udina busca una empresa que produzca y comercialice su invento, y por eso ha contactado con diferentes empresas presentes en el reciente Mobile World Congress (MWC). Sara Udina estaría dispuesta a vender la patente o dar una licencia. “Piensa que es un producto que puede ser muy global, de mercado mundial, y la infraestructura que se necesita tiene que ser también grande”.

“He hecho decenas de contactos, sobre todo con empresas asiáticas, los coreanos se han interesado mucho”, señala, consciente que en las próximas semanas estos contactos pueden dar ya sus frutos.

Sara Udina patentó el invento el julio del año pasado y no es este el primer invento de la arquitecta, que ya había ideado otras soluciones para problemas habituales, pero sí el primero que ha salido adelante.

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